viernes, 17 de abril de 2015
OTRAS FRASES SIMPLES PARA ANALIZAR
1. El azar es casi siempre favorable al hombre prudente.
2. ¿No te parece ridícula su actitud?
3. De viciosos y tragones están llenos los panteones.
4. Los tres chopos de la ribera parecían tres paraguas con las puntas hacia arriba.
5. La abnegación ennoblece a las personas más vulgares.
6. Un grajo permaneció inmóvil sobre los pardos terrones.
7. Los conquistadores juzgaban inhóspitos aquellos parajes.
8. Ese vino lo tomaban en tiempo de Salomón.
9. Un hombre noble se olvida de las pasadas injurias.
10. En la mesa y el juego se conoce al caballero.
11. ¿En qué academia os preparan para la Selectividad?
12. ¿Se le cayó a tu padre la escoba por la ventana?
13. A ese profesor no le gusta el comportamiento de sus alumnos.
14. ¿Qué sucedió aquella noche en la playa?
15. El examen de Matemáticas se lo repetirá el profesor a sus alumnos.
16. En casa de mis padres cada uno se encarga de su ropa.
17. Los detenidos fueron arrollados por una multitud encolerizada.
18. Las sopas eran devoradas por el niño a la puerta de la cueva.
19. ¿Será reivindicada por los sindicatos la reducción de la jornada laboral?
20. Varios pesqueros españoles son acosador por patrulleras de Gibraltar.
21. Los incidentes fueron provocados por varios encapuchados.
22. Esa mujer llevaba deformados los zapatos.
23. Raíz de todos los males es la avaricia.
24. Luis y su amigo Antonio se saludaron en el parque.
25. La mujer de tu hermano se ha comprado unos pendientes de oro.
26. La ingratitud es hija de la soberbia.
27. ¿Os hicisteis muchos regalos tu hermano y tú el día de Reyes?
28. A tu compañero de clase se le entregará el certificado mañana por la mañana.
29. Varios obreros extranjeros fueron atacados en Alemania por grupos neonazis.
30. ¡No te vistas tan despacio!
31. La disciplina es poder.
32. De los niños nadie se preocupó.
33. El acusado escuchó impasible la sentencia.
34. Te espero a las siete en la puerta de mi casa.
35. El patio de la escuela era pequeño.
36. Esas personas son muy poco solidarias.
37. La otra noche entrevistaron en la televisión a los dos candidatos.
38. Ricardo se sentó junto a mí.
39. Ayer por la tarde visitamos la catedral.
40. He visto deprimido a tu amigo Jorge.
41. Debes confiar en tus posibilidades.
42. Han nombrado director del Instituto a un profesor de Matemáticas.
43. El lunes por la mañana te sentirás mucho mejor.
44. Un equipo de médicos forenses investiga la causa de la muerte.
45. Mañana escribiré una postal a nuestra amiga holandesa.
46. La cabina telefónica ha sido destrozada por unos desconocidos.
47. En aquel momento todos los presentes estábamos seguros de su buena fe.
48. Esa empresa multinacional cerrará un tercio de sus fábricas.
49. ¿Vendrán muchos periodistas?
50. Aquel corredor llegó el primero a la meta.
miércoles, 15 de abril de 2015
FRAGMENTOS DE LA CELESTINA http://roble.pntic.mec.es/msanto1/lengua/1celeste.htm
Fragmentos de
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Calisto encuentra a Melibea
Conviene observar el lenguaje artificioso,
retórico,y, a la vez, vivo con que se expresan los personajes. Utilizan
rimas, finales semejantes en las frases (similicadencia), oraciones de
estructura semejante (paralelismo), contrastes...Melibea parece aceptar a Calisto, pero acaba despidiéndolo con violencia. |
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CALISTO.- En esto veo,
Melibea, la grandeza de Dios.
MELIBEA.- ¿En qué, Calisto?CALISTO.- En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase, y hacer a mi inmérito tanta merced que verte alcanzase, y, en tan conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiese. Por cierto, los gloriosos santos que se deleitan en la visión divina, no gozan más que yo ahora contemplándote. MELIBEA.- ¿Por gran premio tienes éste, Calisto? CALISTO.- Téngolo por tanto, en verdad, que si Dios me diese en el cielo la silla sobre sus santos, no lo tendría por tanta felicidad. MELIBEA.- Pues aún más igual galardón te daré yo, si perseveras. CALISTO.- ¡Oh bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan gran palabra habéis oído! MELIBEA.- Mas desventuradas de que me acabes de oír. Porque la paga será tan fiera cual merece tu loco atrevimiento. Y el intento de tus palabras ha sido como de ingenio de tal hombre como tú. ¡Vete, vete de ahí, torpe! |
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Celestina capta la voluntad de Melibea
Celestina comienza hablándole de los males
de la vejez, con el fin de convencerla de que debe amar mientras sea joven.
La perversa vieja es hábil en el arte de minar las voluntades ajenas. Cuando
comienza a hablarle de Calisto, Melibea se irrita; Celestina la aplaca
diciéndole que el joven sólo quiere que rece por él y el cordón de su
vestido. La muchacha le permite seguir hablando, y ella continúa con su malvada
persuasión. Este fragmento es una obra maestra. |
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CELESTINA.- A la mi fe, la
vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de
rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de
lo presente, cuidado triste de lo porvenir, vecina de la muerte, choza sin
rama que se llueve por cada parte, cayado de mimbre que con poca carga se
doblega.
MELIBEA.- ¿Por qué dices, madre, tanto mal
de lo que todo el mundo, con tanta eficacia, gozar o ver desea?CELESTINA.- Desean harto mal para sí, desean harto trabajo. Desean llegar allá porque llegando viven, y el vivir es dulce, y viviendo envejecen. Así, que el niño desea ser mozo, y el mozo viejo, y el viejo más, aunque con dolor. Todo por vivir, porque, como dicen, "viva la gallina con su pepita". Pero ¿quién te podría contar, señora, sus daños, sus inconvenientes, sus fatigas, sus cuidados, sus enfermedades, su frío, su calor, su descontentamiento, su rencilla, su pesadumbre; aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos su primera y fresca color, aquel poco oír, aquel debilitado ver, puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca, aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerza, aquel flaco andar, aquel espacioso comer? Pues ¡ay, señora!, si lo dicho viene acompañado de pobreza, allí verás callar todos los otros trabajos cuando sobra la gana y falta la provisión, que jamás sentí peor ahíto que de hambre. En Dios y en mi alma [Calisto] no tiene hiel; gracias dos mil; en franqueza, Alexandre; en esfuerzo, Héctor; gesto de un rey, gracioso, alegre, jamás reina en él tristeza. De noble sangre, como sabes. Gran justador; pues verlo armado: un San Jorge. fuerza y esfuerzo, no tuvo Hércules tanta. La presencia y facciones, disposición, desenvoltura, otra lengua había menester para las contar. Todo junto semeja ángel del cielo. Ahora, señora, tiénele derribado una sola muela que jamás cesa de quejar. MELIBEA.- ¿Y qué tiempo ha? CELESTINA.- Podrá ser, señora, de veintitrés años; que aquí está Celestina que lo vio nacer. MELIBEA.- Ni te pregunto eso, ni tengo necesidad de saber su edad; sino qué tanto ha que tiene el mal. CELESTINA.- Señora, ocho días. Que parece que ha un año en su flaqueza. MELIBEA.- ¡Oh, cuánto me pesa con la falta de mi paciencia! Porque siendo él ignorante y tú inocente, habéis padecido las alteraciones de mi airada lengua. En pago de tu sufrimiento, quiero cumplir tu demanda y darte luego mi cordón. Y porque para escribir la oración no habrá tiempo sin que venga mi madre, si esto no bastare, ven mañana por ella muy secretamente. |
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Calisto interroga a Celestina
Se trata de la escena en que Calisto
interroga a Celestina sobre los resultados de su primera entrevista con
Melibea. Junto con Calisto y la vieja alcahueta, intervienen en la escena
Sempronio y Pármeno, criados del joven enamorado.Las partes más importantes del diálogo corresponden a los largos parlamentos de la vieja. Con palabras llenas de astucia, Celestina se las ingenia para poner de relieve la habilidad con la que ha conseguido vencer la resistencia de Melibea. Todo lo que dice va encaminado a ganar la confianza de Calisto con el fin de que éste pague largamente sus servicios. La astucia y la avaricia son los rasgos más sobresalientes del carácter de la vieja alcahueta. |
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CALISTO.- Si no quieres,
reina y señora mía, que desespere y vaya mi ánima condenada a perpetua pena
oyendo esas cosas, certifícame brevemente si no hubo buen fin tu demanda
gloriosa, y la cruda y rigurosa muestra de aquel gesto angélico y matador.
Pues todo eso es más señal de odio que de amor.
CELESTINA.- La mayor gloria que el secreto
oficio de la abeja se da, a la cual los discretos deben imitar, es que todas
las cosas por ella tocadas convierte en mejor de lo que son. De esta manera
me he habido con las zahareñas razones y esquivas de Melibea. Todo su rigor
traigo convertido en miel, su ira en mansedumbre, su aceleramiento en
sosiego. Pues ¿a qué piensas que iba allá la vieja Celestina, a quien tú,
demás de tu merecimiento, magníficamente galardonaste, sino a ablandar su saña,
a sufrir su accidente, a ser escudo de tu ausencia, a recibir en mi manto los
golpes, los desvíos, los menosprecios, desdenes, que muestran aquéllas en los
principios de sus requerimientos de amor, para que sea después en más tenida
su dádiva? Que a quien más quieren, peor hablan. Y si así no fuese, ninguna
diferencia habría entre las públicas que aman, a las escondidas doncellas, si
todas dijesen sí a la entrada de su primer requerimiento, en viendo que de
alguno eran amadas. Las cuales, aunque están abrasadas y encendidas de vivos
fuegos de amor, por su honestidad muestran un frío exterior, un sosegado
rostro, un apacible desvío, un constante ánimo y casto propósito, unas
palabras agrias, que la propia lengua se maravilla del gran sufrimiento suyo,
que le hacen forzosamente confesar al contrario de lo que siente. así que,
para que tú descanses y tengas reposo, mientras te contare por extenso el
proceso de mi habla y la causa que tuve para entrar, sabe que el fin de su
razón fue muy bueno.CALISTO.- Ahora, señora, que me has dado seguro para que ose esperar todos los rigores de la respuesta, di cuanto mandares y como quisieres, que yo estaré atento. Ya me reposa el corazón, ya descansa mi pensamiento, ya reciben las venas y recobran su perdida sangre, ya he perdido temor, ya tengo alegría. Subamos, si mandas, arriba. En mi cámara me dirás por extenso lo que aquí he sabido en suma. CELESTINA.- Subamos, señor. PÁRMENO.- (¡Oh, Santa María! ¡Qué rodeos busca este loco para huir de nosotros, para poder llorar a su placer con Celestina de gozo, y por descubrirle mil deseos de su liviano y desvariado apetito, por preguntar y responder seis veces cada cosa, sin que esté presente quien le pueda decir que es prolijo! Pues te aseguro yo, desatinado, que tras ti vamos.) CALISTO.- Mira, señora, qué hablar trae Pármeno; cómo se viene santiguando de oír lo que has hecho de tu gran diligencia. Espantado está, por mi fe, señora Celestina. Otra vez se santigua. Sube, sube, sube, y siéntate, señora, que de rodillas quiero escuchar tu suave respuesta. Y dime luego: la causa de tu entrada, ¿qué fue? CELESTINA.- Vender un poco de hilado, con que tengo cazadas más de treinta de su estado, si a Dios ha placido, en este mundo, y algunas mayores. CALISTO.- Eso será de cuerpo, madre; pero no de gentileza, no de estado, no de gracia y discreción, no de linaje, no de presunción con merecimiento, no en virtud, no en habla. PÁRMENO.- (Ya discurre eslabones el perdido, ya se desconciertan sus badajadas. Nunca da menos de doce, siempre está hecho reloj de mediodía. Cuenta, cuenta, Sempronio, que estás embobado oyéndole a él locuras y a ella mentiras.) SEMPRONIO.- (¡Oh maldicente venenoso! ¿Por qué cierras las orejas a lo que todos los del mundo las aguzan, hecho serpiente que huye la voz del encantador? Que sólo por ser de amores estas razones, aunque mentiras, las habís de escuchar con gana.) CELESTINA.- Oye, señor Calisto, y verás tu dicha y mi solicitud qué obraron. Que, en comenzando yo a vender y poner en precio mi hilado, fue su madre de Melibea llamada para que fuese a visitar una hermana suya enferma. Y como le fue necesario ausentarse, dejó en su lugar a Melibea para... CALISTO.- ¡Oh gozo sin par, oh singular oportunidad, oh oportuno tiempo! ¡Oh quién estuviera allí debajo de tu manto, escuchando qué hablaría sola aquella en quien Dios tan extremadas gracias puso! CELESTINA.- ¿Debajo de mi manto dices? ¡Ay mezquina! Que fueras visto por treinta agujeros que tiene, si Dios no le mejora. PÁRMENO.- (Sálgome fuera, Sempronio. Ya no digo nada, escúchatelo todo. Si este perdido de mi amo no midiese con el pensamiento cuántos pasos hay de aquí a casa de Melibea, y contemplase en su gesto, y considerase cómo estaría concertado el hilado, todo el sentido puesto y ocupado en ella, él vería que mis consejos le eran más saludables que estos engaños de Celestina.) CALISTO.- ¡Qué es esto, mozos? Estoy yo escuchando atento, que me va la vida; vosotros susurráis, como soléis, por hacerme mala obra y enojo. Por mi amor, que calléis; moriréis de placer con esta señora, según su buena diligencia. Di, señora: ¿qué hiciste cuando te viste sola? CELESTINA.- Recibí, señor, tanta alteración de placer, que cualquiera que me viera me lo conociera en el rostro. CALISTO.- Ahora la recibo yo; cuanto más quien ante sí contemplaba tal imagen. ¿Enmudecerías con la novedad inesperada? CELESTINA.- Antes me dio más osadía a hablar lo que quise verme sola con ella. Abrí mis entrañas, díjele mi embajada: cómo penabas tanto por una palabra de su boca salida en favor tuyo para sanar un tan gran dolor. Y como ella estuviese suspensa mirándome, espantada del nuevo mensaje, escuchando hasta ver quién podía ser el que así por necesidad de su palabra penaba, o a quien pudiese sanar su lengua, en nombrando tu nombre atajó mis palabras y se dio en la frente una gran palmada, como quien cosa de gran espanto hubiese oído, diciendo que cesase mi habla y me quitase delante, si no quería hacer a sus servidores verdugos de mi postrimería, agravando mi osadía, llamándome hechicera, alcahueta, vieja falsa, barbuda, malhechora y otros muchos ignominiosos nombres, con cuyos títulos asombran a los niños de cuna. Y detrás de esto mil amortecimientos y desmayos, mil milagros y espantos, turbado el sentido, bulliendo fuertemente los miembros todos a una parte y a otra, herida de aquella dorada flecha, que del sonido de tu nombre le tocó, retorciendo el cuerpo, las manos enlazadas, como quien se despereza, que parecía que las despedazaba, mirando con los ojos a todas partes, coceando con los pies el suelo duro. Y yo, a todo esto, arrinconada, encogida, callando, muy gozosa con su ferocidad. Mientras más basqueaba, más yo me alegraba, porque más cerca estaba el rendirse y su caída. Pero entretanto me gastaba aquel espumajoso almacén su ira, yo no dejaba mis pensamientos estar vagos ni ociosos, de manera que tuve tiempo para salvar lo dicho. CALISTO.- Eso me di, señora madre. Que yo he revuelto en mi juicio mientras te escucho, y no he hallado disculpa que buena fuese ni convincente, con que lo dicho se cubriese ni colorase, sin quedar terrible sospecha de tu demanda. Porque conozca tu mucho saber, que en todo me pareces más que mujer: que como tu respuesta tú pronosticaste, proveíste con tiempo tu réplica. ¿Qué más hacía aquella tusca Adeleta, cuya fama siendo tú viva se perdiera? La cual tres días antes de su fin pronosticó la muerte de su viejo marido y de los dos hijos que tenía. Ya creo lo que se dice: que el género flaco de las hembras es más apto para las prestas cautelas que el de los varones. CELESTINA.- ¿Qué, señor? Dije que tu pena era el mal de muelas, y que la palabra que de ella querría era una oración que ella sabía, muy devota para ellas. CALISTO.- ¡Oh maravillosa astucia! ¡Oh singular mujer en su oficio! ¡Oh cautelosa hembra! Oh medicina presta! ¡Oh discreta en mensajes! ¿Cuál humano seso bastara a pensar tan alta manera de remedio? |
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Muerte de Calisto
En la primera escena, Melibea se encuentra
en el jardín de su casa acompañada por su criada Lucrecia. Mientras espera la
visita de Calisto, la joven enamorada canta canciones de amor. Aparece
Calisto que elogia el canto de su amada y a continuación se establece entre
ellos un bello diálogo amoroso. Abajo se oye la voz de Sosia, criado de
Calisto, que riñe con unos rufianes. Al acudir en su ayuda, Calisto cae desde
lo alto de la escalera que le ha servido para franquear la tapia del jardín.
La escena final está constituida por las lamentaciones de Tristán, otro de
los criados de Calisto, y de la desgraciada Melibea.Conviene observar el tipo de lenguaje utilizado por unos y por otros. Los enamorados se expresan en una lengua culta, elevada, como corresponde a su condición de personas de clase social alta. Los criados se expresan de acuerdo con un nivel de lengua popular, que se corresponde con la lengua hablada en la época. |
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MELIBEA.- Óyeme tú, por mi
vida, que yo quiero cantar sola.
MELIBEA.- ¡Oh sabrosa traición! ¡Oh dulce sobresalto! ¿Es mi señor y mi alma? ¿Es él? No lo puedo creer. ¿Dónde estabas, luciente sol? ¿Dónde me tenías tu claridad escondida? ¿Hacía rato que escuchabas? ¿Por qué me dejabas echar palabras sin seso al aire, con mi ronca voz de cisne? Todo se goza este huerto con tu venida. Mira la luna, cuán clara se nos muestra; mira las nubes, cómo huyen; oye la corriente agua de esta fontecica, cuánto más suave murmullo y húmedo lleva por entre las frescas hierbas. Escucha los altos cipreses, cómo se dan paz unos ramos con otros, por intercesión de un templadico viento que los mece. Mira sus quietas sombras cuán oscuras están, y aparejadas para encubrir nuestro deleite. Lucrecia, ¿qué sientes, amiga? ¿Tornaste loca de placer? Déjamelo, no me lo despedaces, no le trabajes sus miembros con tus pesados brazos. Déjame gozar de lo que es mío, no me ocupes mi placer. CALISTO.- Pues, señora y gloria mía, si mi vida quieres, no cese tu suave canto. No sea de peor condición mi presencia, con que te alegras, que mi ausencia, que te fatiga. SOSIA.- ¿Así, bellacos, rufianes, veníais a aterrorizar a los que no os temen? Pues yo os juro que si esperáis, que yo os hiciera ir como merecíais. CALISTO.- Señora, Sosia es aquel que da voces. Déjame ir a verlo, no lo maten; que no está sino un pajecico con él. Dame presto mi capa, que está debajo de ti. MELIBEA.- ¡Oh triste de mi ventura! No vayas allá sin tus corazas; tórnate a armar. CALISTO.- Señora, lo que no hace espada y capa y corazón, no lo hacen coraza y capacete y cobardía. SOSIA.- ¿Aún tornáis? Esperad; quizá venís por lana. CALISTO.- Déjame, por Dios, señora, que puesta está la escala. MELIBEA.- ¡Oh, desdichada soy! ¡Y cómo vas, tan recio y con tanta prisa y desarmado, a meterte entre quien no conoces! Lucrecia, ven presto acá, que es ido Calisto a un ruido. Echémosle sus corazas por la pared, que se quedan acá. TRISTÁN.- Tente, señor, no bajes. Idos son; que no eran sino Traso el cojo y otros bellacos, que pasaban voceando. Que ya se torna Sosia. Tente, tente, señor, con las manos a la escala. CALISTO.- ¡Oh, válgame Santa María! ¡Muerto soy! ¡Confesión! TRISTÁN.- Llégate presto, Sosia, que el triste de nuestro amo es caído de la escala, y no habla ni se bulle. SOSIA.- ¡Señor, señor, ¡A esa otra puerta...! ¡Tan muerto es como mi abuela! ¡Oh gran desventura! LUCRECIA.- ¡Escucha, escucha! ¡Gran mal es éste! MELIBEA.- ¿Qué es esto que oigo, amarga de mí? TRISTÁN.- ¡Oh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor despeñado! ¡Oh triste muerte sin confesión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día aciago! ¡Oh arrebatado fin! MELIBEA.- ¡Oh desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero acontecimiento como oigo? Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas paredes, veré mi dolor; si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre. ¡Mi bien y placer, todo es ido en humo! ¡Mi alegría es perdida! ¡Consumióse mi gloria! LUCRECIA.- Tristán, ¿qué dices, mi amor? ¿Qué es eso que lloras tan sin mesura? TRISTÁN.- ¡Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores! Cayó mi señor Calisto de la escala y es muerto. Su cabeza está en tres partes. Sin confesión pereció. Díselo a la triste y nueva amiga, que no espere más su penado amador. Toma, tú, Sosia, de los pies. Llevemos el cuerpo de nuestro querido amo donde no padezca su honra detrimento, aunque sea muerto en este lugar. Vaya con nosotros llanto, acompáñenos soledad, síganos desconsuelo, vístanos tristeza, cúbranos luto y dolorosa jerga. MELIBEA.- ¡Oh la más de las tristes triste! ¡Tan poco tiempo poseído el placer, tan presto venido el dolor! LUCRECIA.- Señora, no rasgues tu cara ni meses tus cabellos. ¡Ahora en placer, ahora en tristeza! ¿Qué planeta hubo que tan presto contrarió su destino? ¡Qué poco corazón es éste! Levanta, por Dios, no seas hallada por tu padre en tan sospechoso lugar, que serás sentida. Señora, señora, ¿no me oyes? No te desmayes, por Dios. Ten esfuerzo para sufrir la pena, pues tuviste osadía para el placer. MELIBEA.- ¿Oyes lo que aquellos mozos van hablando? ¿Oyes sus tristes cantares? ¡Rezando llevan con responso mi bien todo, muerta llevan mi alegría! No es tiempo de yo vivir. ¿Cómo no gocé más del gozo? ¿Cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve? ¡Oh ingratos mortales! Jamás conocéis vuestros bienes sino cuando de ellos carecéis. |
PRÁCTICAS DE ORACIÓN SIMPLE
ANALIZA LOS COMPLEMENTOS VERBALES (subraya el C.RÉGIMEN
VERBAL)
1 No acierto a
enhebrar la aguja.
2 La casa consta de
dos habitaciones.
3 Nos veremos después
de la comida.
4 Hay que creer en
algo.
5 El operario mezcló
la pintura con el agua.
6 Me convenció de las
ventajas del producto.
7 La chica presume de culta.
8 Se asombró de que
todos supieran hablar francés.
9 La asociación
carece de subvención oficial.
10 Atribuyeron a Marta esas palabras.
11 Su salida del Parlamento fue muy comentada.
12 La diputada aspira a ministra.
13 Ha ido al pueblo de sus padres.
14 No te preocupes;
me ocuparé de eso.
16. Mi mejor amiga se olvidó de mi cumpleaños.
17. Más tarde me acordé de su nombre.
18. Su novio se arrepintió de todo.
19. Mario insistía en aquel asunto una y otra vez.
20. Se enamoró de Julia en aquel preciso instante.
21. Manuel nunca se atrevía a nada.
22. Esteban se fijó en sus labios rojos y carnosos.
23. Rodrigo se atuvo a las consecuencias de sus actos.
24. Laura soñó con elefantes verdes.
25. Almudena siempre confía en sus instintos.
26. Me asusté de su reacción tan violenta.
27 .Asusté a los niños con el disfraz de zombi.
DISTINGUE EL ATRIBUTO, EL PREDICATIVO, EL C.D. EL C.C.,EL C.
DE RÉG.
28.Salió abatida del despacho, tras la reunión con el
director.
29.Ese comportamiento es absolutamente inconcebible en una
persona de su edad
30.Confronta con tus compañeros la elección de tus
respuestas.
31.Había importantes monumentos y edificios en aquella
ciudad.
32.Miguel de Cervantes, el autor de El Quijote, ha sido uno
de los autores más señalados de la Literatura Universal.
34.¿No está en la piscina tu hermana?
35.Había algunos alumnos muy participativos en aquel grupo.
36.Nos ha hecho muy mal tiempo en Amsterdam durante las
vacaciones.
37.Lo encontraron herido en la cuneta de la carretera.
38,El incidente sucedió en la mañana del día anterior.
39.Cristina se volvió algo engreída, tras su ascenso en el
trabajo.
40.Se ha acordado, en mi empresa, la reducción de sueldos de
todos los trabajadores.
41,Milagrosamente, esta vez se ha acordado a tiempo de mi
cumpleaños.
42.La contemplación de aquel increíble paisaje me dejó
estupefacta.
43.Probablemente, se nos conceda una beca de estudios en el
extranjero a mis compañeros y a mí.
44.María, ¿alguna vez te arrepentiste de aquellas palabras?
45.¡Cuánto se parece Elena a su madre!
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