EL MITO DEL MINOTAURO.
En Creta existió un rey legendario llamado Minos, quien había
osado engañar y contrariar al dios Poseidón, prometiéndole sacrificios si éste
le ayudaba.
El dios, una vez cumplida su parte, al ver que el rey no le
daba lo prometido, en venganza, un día que la reina, Pasífae, caminaba junto a
la orilla, hizo nacer de la espuma del mar un poderoso toro que atacara y
violara a la mujer del rey.
De esta espantosa unión nació un ser monstruoso, el
Minotauro, llamado Asterión, por llevar en la frente el signo de la estrella
que declaraba su origen divino.
Minos, avergonzado de tan brutal estirpe, mandó al famoso
constructor de la época, Dédalo y a su hijo Ícaro, que construyeran un palacio
donde encerrar al Minotauro.
Una vez creado el palacio, Minos ordenó, a la manera de los
faraones de Egipto, que los constructores perecieran en él, sellando las
puertas para que no escaparan y pudieran comunicar a otros los planos del
edificio. Por su parte, el hábil constructor Dédalo, diseñó unas alas de cera
con las que salió volando en compañía de su hijo; posteriormente, la audacia
del joven Ícaro le hizo acercarse demasiado al sol, con lo que la cera de las
alas se derritieron, precipitándose al mar donde murió. En su memoria Dédalo
recogió las alas y las depositó en un santuario en Italia.
En cuanto al palacio donde quedó encerrado el Minotauro, era
una construcción de intrincados e iguales corredores y pasillos, a partir de
entonces se denomina "laberinto" a todo lugar donde es fácil
perderse.
El Minotauro era un ser que devoraba carne humana, por lo
que Minos obligó a todos sus súbditos a rendir tributo al monstruo en forma de
una comitiva anual de siete jóvenes y siete doncellas.
Entre aquéllos se encontraban los habitantes de Atenas,
situada en la región continental llamada Ática, cuyo rey Egeo hizo incluir a su
hijo Teseo entre los jóvenes sacrificados para el Minotauro. Previamente, había
concertado con su hijo la misión secreta de destruir al monstruo y que, en caso
de que todo resultara bien, se lo hiciese notificar desde lejos a su regreso,
cambiando las velas del barco .Así pues, partió Teseo, en compañía de los demás
jóvenes, hasta Creta.
Allí, al serle presentada la corte, se enamoró de Ariadna,
hija de Minos y hermanastra del Minotauro. Antes de partir a su destino, Teseo
le reveló su terrible secreto y Ariadna prometió ayudarlo en su empresa,
ofreciéndole un ovillo de lana ("el hilo de Ariadna") para que le
sirviera de guía en los intrincados pasadizos y pudiera salir del palacio una
vez muerto el Minotauro.
Teseo así lo hizo, mató al Minotauro y escapó en compañía de
Ariadna, pero en su viaje de vuelta, como ya no le era útil a sus fines, dejó
abandonada a Ariadna en la isla de Delos, donde la descubrió el dios Dioniso.
En cuanto al héroe, al avistar tierra, se olvidó del consejo
de su padre de cambiar las velas, por lo que Egeo, pensando que no había tenido
éxito en su misión, se suicidó al mar que desde entonces lleva su nombre.
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